La Casa Maldita de Amityville: una historia que deja dudas

Una de las cosas que más fascinación produce en nuestra imaginación, son las historias de casas embrujadas. Algunas mansiones, otras más simples, pero lo común es que, detrás de ellas, se tejen historias que a más de uno le provoca escalofrío.

La más conocida sin duda es la de Amityville o como muchos la conocen: "La Casa Maldita de Amityville". Algunos creen firmemente en la veracidad de los hechos ocurridos en esa casa, otros, en cambio, opinan que es un verdadero fraude. La cuestión es ¿Quién tiene razón? o ¿Habrá un punto intermedio y "La Casa Maldita de Amityville", realmente está embrujada?.

En primer lugar, debemos remitirnos a los sucesos históricos que desencadenaron toda una serie de publicaciones, tanto escrita como audiovisual: novela, artículos y películas.

Para sutuarnos, Amityville es una localidad del condado de Suffolk, Nueva York. Amityville se hizo famosa en todo el mundo a raíz de un suceso trágico en la madrugada del 13 de noviembre de 1974, cuando uno de los vecinos de Ocean Avenue, Ronald "Butch" DeFeo asesino a su familia.

Por sus dimensiones, la casa de Amityville se la puede considerar una mansión, además posee algunas hectáreas y un embarcadero. Anteriormente, muchos antes de la construcción de la casa, en el lugar se ubicaba un sanatorio donde murieron decenas de indios americanos, por estar en condiciones infrahumanas. Pero este sanatorio no se encontró en ningún archivo oficial.

La mansión de Amityville fue construida en 1924 y no se registró ningún suceso paranormal hasta la madrugada del 13 de noviembre de 1974.

La familia DeFeo estaba constituida por:
Ronald DeFeo, el padre, tenía 44 años.
Louise DeFeo, la madre, tenía 43 años.
Ronald "Butch" DeFeo, el hijo mayor 23 años cuando asesinó a su familia.
Dawn DeFeo, la hija mayor, tenía 18 años.
Allison DeFeo tenía 13 años.
Mark DeFeo tenía 12 años
John DeFeo tenía 9 años.

Una de las cosas curiosas que he encontrado, a la hora de escribir este artículo, es que en varios sitios no se ponen de acuerdo con la edad de Ronald DeFeo, al momento de cometer los asesinatos, ni tampoco la fecha del mismo. Algunos dicen que Ronald tenía 17 años y otros 23 años cuando cometió la macabra masacre. Como también algunos dicen que los crímenes se llevaron a cabo en la madrugada del 14 de noviembre, otros el 14 y otros el 13 de noviembre.

El pasaje siguiente, fue relatado en la página La Casa de Kruela, de una manera sencilla pero contundente y atrapante a la vez:

Ronald DeFeo, más conocido como Butch, tenía un expediente policial por un problema de drogas y las relaciones con su padre últimamente no eran buenas. Trabajaban juntos en un concesionario familiar y a veces iban juntos al trabajo.

El 13 de noviembre del 1974 Ronald/Butch llevó a cabo lo que llevaba tiempo planeando, aunque luego diría que aquello fue una “orden” porque escuchaba una voz que le decía que tenía que hacerlo. Drogó a su familia para que no se despertaran mientras cometía los asesinatos y esperó a las 3.15 h. de la madrugada. Ni siquiera llegó a meterse en la cama, sólo se tumbó. Llegada la hora se levantó y cogió un rifle de caza de los muchos que tenía en su habitación pues era aficionado a este “deporte”. Entró primero a la habitación de sus padres y les disparó. Tenía cuatro hermanos, dos chicas y dos chicos. Los chicos dormían en la misma habitación, la niña de 12 años vivía en la misma planta que sus padres, pero la dejó para más adelante. Precisamente esta fue la única persona que se despertó cuando escuchó los tiros. Butch descubriría más adelante que fue la única que se dejó el primer plato, donde metió la droga para dejarles kao y que no se enteraran de nada. La mató igualmente, pero antes la llevó hasta su cama. Se cargó a todos los hermanos, a algunos los tapó con una manta, los puso como si estuvieran durmiendo, boca abajo y con los brazos bajo la cabeza, cruzados, limpió parte de la sangre de las paredes, y cuando terminó se marchó a trabajar. Lo hizo más temprano de lo habitual pero se buscó una excusa: no podía dormir y así adelantaba en el trabajo. Como su padre tenía que hacer una venta aquella mañana le vino bien que no apareciera y así tener más tiempo para buscarse una coartada. Durante la mañana hizo algunas llamadas a casa sabiendo que nadie respondería, y cuando habló con su novia decidieron comer juntos. De ese modo el tiempo se alargaba y su coartada, al menos eso creía él, se hacía más consistente.

En ese tiempo ve a su amigo Bobby y éste le comenta que ha pasado por su casa y allí estaban los coches aunque nadie le abre la puerta para recoger el periódico que les llevaba como cada día. Esto le viene muy bien a Butch, de modo que tras la cita con su novia, va al bar donde ha quedado con Bobby y le pide ayuda aprovechando que su amigo también estaba mosca. Se muestra aparentemente preocupado por su familia porque también él ha estado en la casa pero sin poder entrar por falta de llaves e igualmente se ha extrañado que nadie abriera la puerta.

En la entrada de la casa se encuentran con otro amigo, Joe Yeswit, que es quien avisa a la policía cuando Butch verifica que su familia ha sido asesinada.

Aquí empieza la segunda parte del horror, cuando la policía de Amityville descubre los cadáveres de Ron, Louise, Dawn, Allison, Mark y John.

La policía pronto descubre lagunas en la coartada de Butch y éste, tras intentar echarle las culpas a otro, acaba confesando que él mismo fue quien mató a su familia, pero –al menos para los escépticos en temas paranormales- para escudarse en su inocencia, dice que fue una “voz” quien le ordenó hacerlo. A partir de este momento su abogado defensor trata de hacerlo pasar por un demente y así conseguir una condena más pequeña, pero Butch no se libraría de los 25 años de cárcel por cada asesinato cometido.

Empieza la leyenda:

George Lee Lutz era un empresario de la construcción y estaba casado con Kathleen Theresa Lutz (Kathy). Ella era viuda y había tenido tres hijos de su anterior matrimonio, Daniel, Christopher y Melissa/Missy. Compraron la casa de Amityville porque vieron en ella una gran oportunidad debido al precio (80.000 dólares), aún sabiendo lo que había ocurrido en esa casa.

Según los Lutz, fueron sacados de la casa por fuerzas sobrenaturales, que comenzaron a ocurrir el día que se mudaron. En ese día, un amigo de la familia, el padre Frank Mancuso, vino a bendecir la casa. Durante la bendición, se escuchó una fuerte voz masculina, ordenándoles “¡Salgan!” En las siguientes semanas, siguieron una extraña cadena de ocurrencias. La hija más joven de los Lutz encontró, en su dormitorio, un cerdo con los “ojos rojos que brillaban intensamente”. Una pesada puerta misteriosamente fue arrancada de sus bisagras. George Lutz vio a su esposa, Kathy, levitando sobre su cama, y en otra ocasión Lutz escuchó una banda musical mientras estaba en la sala y fue a investigar. No pudiendo encontrar la fuente, volvió para encontrar que la alfombra de la sala estaba enrollada y los muebles se movieron alrededor del cuarto. Finalmente, durante una tempestad de lluvia torrencial, con vientos de la “fuerza de un huracán”, y sin luz eléctrica, los Lutz huyeron de la casa, dejando atrás sus pertenencias.

Por supuesto que para algunos, la historia de los Lutz, es espectacular y para otros, puras fantasías, con el propósito de sacar de todo esto, un rédito económico: porque aproximadamente un año más tarde, el autor Jay Anson oyó hablar de los acontecimientos en Amityville, y entró en contacto con a familia Lutz. Le dieron los derechos exclusivos de la historia a cambio de una parte de las regalías. Anson recontó la historia. “The Amityville Horror”, se convirtió en best seller tanto en pasta dura como en rústica, se hizo una película altamente exitosa, y más tarde, una secuela algo menos exitosa. El mes de terror de los Lutz los había hecho a Anson y a ellos relativamente ricos.

Para todos los creyentes de los sucesos paranormales (verdaderos), un acontecimiento de tal magnitud como los asesinatos en la casa de Amityville, dejan una huella que se manifiesta de una u otra forma. Que los Lutz hayan sentido alguna presencia, en nuestra opinión, no hay dudas, pero el relato pintoresco que a partir de ello hicieron, nos parece un tanto ridículo, sobre todo si hay de por medio intereses económicos. Pero lo que no queda dudas, es que la casa de Amityville se convirtió en una leyenda que hace que nuestra imaginación divague por sus recovecos, buscando una explicación lógica o no.
 

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